martes, 19 de febrero de 2008



La señora Gómez llegó apresuradamente al colegio de su hijo Andrés. Faltaban cinco minutos para que sean las once de la mañana y la reunión con la profesora había sido programada para las once. No sabía exactamente el motivo de esta reunión, pero intuía que algo malo estaba pasando y probablemente la profesora le diera noticias nada alentadoras sobre su hijo Andrés.



El muchacho recién había cumplido los ocho años y se encontraba cursando el tercer grado; el año anterior también había sido alumno de la misma profesora. Era un alumno inteligente, pero de rendimiento regular. Por las tardes practicaba en diferentes academias sus actividades favoritas: tocar el órgano electrónico, dibujar, hacer teatro y practicar el karate.

En ese momento, se escuchó el timbre que anunciaba el recreo y los niños salieron rápidamente de sus aulas y empezaron a formar grupos pequeños en el patio. La señora Gómez se dirigió al aula de su hijo y en la puerta se encontró frente a frente con la profesora.

-Buenas días, profesora- dijo la señora Gómez- quisiera saber cuál es la razón por la que me ha hecho llamar, ¿pasa algo con mi hijo?
- Bueno, en realidad no es nada grave -contestó la profesora- lo que pasa es que he notado que su hijo Andrés aún no sabe leer correctamente. No respeta los signos de puntuación, no articula bien algunas palabras, no sabe respirar adecuadamente y tiene un poco de vergüenza a la hora de leer. Así que sugiero que lo hagan leer en casa para que mejore su lectura oral porque de lo contrario no podrá aprobar el curso de Comunicación Integral.

-Dígame, profesora, mi hijo Andrés es el único en su aula que tiene este problema -señaló la señora Gómez.

-¡No!, todos los alumnos están mal en lectura, ninguno lee correctamente y eso que ya están en tercer grado, parece que no les importa leer bien en voz alta -respondió la profesora en un tono serio y preocupado

.La señora Gómez había esperado esta respuesta para poderle decir las cosas que había estado pensando mientras la escuchaba y mirándola a los ojos le dijo:

-Profesora, sabe usted por qué no leen correctamente sus alumnos -y antes que le respondiera continuó- no leen porque usted es la culpable. Sinceramente, debería darle vergüenza decir que los niños nos saben leer. Usted es la profesora de aula y en estos dos años que lleva enseñando a mi hijo, nunca he visto una tarea o un ejercicio que fomente la lectura oral. He visto en todos sus cuadernos que usted le da más importancia a la tildación, al uso de las mayúsculas, a la escritura con la letra exacta. Usted no promueve el desarrollo de las habilidades lectoras de los niños y no se olvide que ello es su obligación y, lógicamente, estos son los resultados.

La joven profesora se había quedado como petrificada ante cada una de estas palabras, y en verdad daba pena verla en ese estado, sin tener argumentos para replicar. La señora Gómez continuó hablando firme y en un tono coloquial de tal manera que si alguien los hubiera visto no se habría dado cuenta lo que pasaba.

-Usted es la profesora y es usted la principal modelo de lectura frente a sus alumnos; si usted no lee o lee mal, entonces, los alumnos leerán peor. Los alumnos al escucharla leer van a tratar de imitarla, por lo tanto, vuelvo a recalcarle que es usted la responsable de que no lean correctamente y eso que, usted, también fue la misma profesora, el año pasado.

La profesora habría querido defenderse y decirle a la mamá de Andrés que estaba equivocada en sus apreciaciones, pero no encontraba una justificación adecuada para desarticular las acusaciones que se le imputaban. Efectivamente, ella nunca leía textos en voz alta, (ni en silencio) solo se limitaba a señalar al alumno que debía leer y nunca había realizado una actividad para fomentar la lectura oral.

En ese momento recordó que sus colegas de otras aulas hacían:

- Concursos de trabalenguas

- Ejercicios de articulación a través de la pronunciación exagerada y repetida de frases y palabras.

- Ejercicios de respiración diafragmática y para ello empleaban unos globos pequeños.

- Concursos de lectura oral y representación de diálogos, etc.

Fueron segundos que le sirvieron para recordar todas las actividades que hacían los otros profesores y ella recordó que siempre había creído que esas actividades eran una pérdida de tiempo. Tomó aire, respiró profundo y nerviosamente dijo:

- Señora Gómez, le agradezco por haber sido sincera y por haberme hecho ver que estaba equivocada. Tiene, usted, mucha razón al señalar que los profesores somos los principales modelos de lo que significa leer en voz alta y reconozco -gracias a usted- que no he realizado las actividades adecuadas para que los niños lean adecuadamente en voz alta.

Le ofrezco mis sinceras disculpas y le prometo que a partir de hoy empezaremos a prepararnos para leer adecuadamente.La señora Gómez sorprendida y al mismo tiempo halagada por la respuesta contestó:

-Profesora, la enseñanza es un proceso continuo y permanente en donde el alumno y el profesor aprenden mutuamente. Hoy día he aprendido que todos podemos cometer errores y equivocarnos, pero solo los grandes -como me lo ha demostrado hoy- tienen la sabiduría para reconocerlos y tomar medidas inmediatamente.

La profesora se quedó preocupada y volvió a su escritorio mientras sus alumnos ingresaban nuevamente en al aula.La señora Gómez subió a su carro y se dirigió a una universidad limeña en donde enseñaba Estrategias de Lectura. Recordó la conversación que había tenido con la profesora y pensó: "En casa de herrero, cuchillo de..."


FIN





Gracias por leer

Manuel Urbina
prolector@hotmail.com

¡¡¡¡¡¡NO QUIERO LEER ESE LIBRO!!!!!!!

Uno de los problemas más frecuentes en mi práctica profesional es encontrar las obras literarias adecuadas para mis alumnos de 3º, 4º y 5º de secundaria. Por ningún motivo, los profesores debemos asignar uno u otro libro si antes no lo hemos leído, además, de asumir la lectura como si fuéramos adolescentes y sentir el disfrute de la obra como ellos lo sentirían. No podemos recomendar un libro que no conocemos porque ello es, en la mayoría de las veces, una de las causas por las que el alumno se siente frustrado al no comprender ni disfrutar de la lectura y termina con el rechazo a las obras literarias.

No sé quién es o quién fue el "genio" que señala que los adolescentes deben leer obras como El ingenioso don Quijote de La Mancha, La Ilíada, La Eneída, La divina comedia, Crimen y castigo, Los Miserables, etc., etc. No es que estas obras sean malas; no, por el contrario son las obras más hermosas de la literatura universal, lo que ocurre es que son obras mayores y requieren de una literatura previa.

Cómo se les puede asignar estar obras a los adolescentes, cuando ellos recién están saliendo del estadio de la literatura infantil y les espera la literatura juvenil.Es un abuso lo que se hace con los estudiantes, pues se les quema sus etapas previas y ello da como resultado un país con deficiencia lectora. Si aquel "genio" o sus seguidores tuviesen razón, no figuraríamos como el último país lector en América y en el mundo. Al final, el alumno baja de internet un resumen, se lo aprende de memoria y como ni el mismo profesor a leído el libro en su totalidad termina siendo cómplice de aquel estudiante que termina odiando leer.

Por un minuto póngase en el lugar de un adolescente de 14 años y dígame si le interesaría leer un libro escrito hace más de 400 años y en un castellano en donde se nombran cosas y palabras que hoy no existen o no se usan y, además, aparecen palabras como "facer", "dixe", "per", "vuesa merced", etc. Y si a esto le sumamos la tarea de señalar el tema principal y los temas secundarios, la descripción de cada uno de los personajes, el género literario, la especie, la estructura del texto y otras por el estilo. ¿Tendría la motivación suficiente para leer?

Ahora veamos todo lo contrario, le interesaría leer un texto en donde el personaje es un muchacho enamorado de una linda chica a quien solo la ve desde lejos y que cada domingo juega en una liga de fútbol y que nunca conoció a su padre, pero presiente que aquel extraño sujeto que un día se acercó y le enseñó a patear el chanfle le resulta familiar. Y si a este libro le agregamos un lenguaje juvenil, fácil de entender, temas vinculados con su propia experiencia, 110 páginas, buena cubierta y muy atractivo... ¿Se animaría a leerlo?

Por favor, amigos, los profesores tenemos la obligación moral de hacer que los alumnos amen la literatura -y por defecto la lectura- y ello solo será posible en la medida de que se respeten las etapas de la literatura. No los podemos embarcar con las obras mayores porque sencillamente no es el tiempo todavía para leerlos. Queremos -de todo corazón- que lleguen a leer las obras de Dante, Homero, Víctor Hugo, Cervantes, Shakespeare, Vallejo, Arguedas, y que las amen, pero no imponerles cuando aún no están preparados. Es como si en vez de darles una bicicleta, le diéramos un camión de 16 llantas: al final van a salir contusos o finados.

Algunas obras para adolescentes:

Todos los futbolistas van al cielo, Pedro Badrán (Ed. Norma)
Templado, Jorge Eslava (Ed. Santillana)
Me dicen Sara Tomate, Jean Ure (Ed. Norma)
James y el melocotón gigante, Roald Dahl (Ed. Alfaguara)
Los Cretinos, Roald Dahl (Ed. Alfaguara)
Amigos robots, Isaac Asimov (Ed. Vicens Vives)
Florentino Supercochino, Jorge Eslava ( Ed. Alfaguara)
Sangre de campeón SIN CADENAS, Carlos Cuauhtémoc Sánchez (Ed. Diamante)
Harry Potter, J.K. Rowling (Ed.Emecé)

Solo estamos sugiriendo, pero no se olvide: antes debemos leerlos…

Gracias por leer

Manuel Urbina
prolector@hotmail.com

miércoles, 13 de febrero de 2008

¿USTED CREE QUE ES BUENO USAR EL DEDO PARA LEER?


Usted, amigo lector, ¿alguna vez, ha usado uno de sus dedos para ayudarse a buscar un nombre en la guía telefónica, o quizá usó un lápiz o lapicero como extensión de su dedo para la misma tarea?

¿Lo mismo hace cuando busca una palabra en el diccionario?

¿Y cuando tuvo que sumar una lista de números, también uso sus deditos o un lapicero?

¿Y ha usado su dedito para señalar un punto que le parecía importante en el texto?

Seguro que usted, sabiamente, ha respondido SÍ a más de una pregunta. Y, también, creo que si le pregunto por qué usted ha usado su dedito o un lapicero en esas situaciones, me responderá porque la tarea se hace MÁS FÁCIL o quizá sus resultados son MÁS EFECTIVOS.

¿Y quién le enseñó a usar su dedito o un lapicero para esas actividades?, seguramente que me responderá que nadie le enseñó, que fue una cosa casi instintiva, y yo le creo totalmente.Entonces le lanzó la pregunta más importante de este día:

¿Usa usted su dedito o un lapicero cuando lee?

- No, pero por qué no va usar su dedito, acaso considera que es malo.

¿No recuerda que cuando era pequeñito lo hacía?
Sí, usted, usaba su dedito, pero quizá alguien le dijo que eso estaba mal y por eso hoy no usa su dedito, pero, ¿cree que es malo usar el dedito para leer?, y a propósito, ¿es usted un lector consuetudinario?

Bueno, amigos, en el Perú se cree que el uso del dedo o un lapicero durante la lectura oral o silenciosa es incorrecto y la gran mayoría de profesores tanto de primaria como de secundaria prohíben y castigan este hecho. Sin embargo, solo necesitamos unos segundos para recordar que hemos visto en la televisión el uso del dedo o el lapicero en personalidades como César Hildebrandt, Rosa María Palacios, y Cecilia Valenzuela. Todos ellos son lectores reconocidos y usan el dedo o un lapicero. ¿Por qué lo hacen?-¡¡Por que es más FÁCIL COMPRENDER lo que leen!!

No olvidemos que leer significa comprender, sin comprensión no hay lectura, y en el Perú el 98% de niños y jóvenes no pueden comprender un texto a nivel inferencial. Necesitamos algo que haga fácil la lectura y no olvidemos que la lectura como proceso, es en primer lugar VISUAL.Por eso cuando se usa el dedo o un lapicero se hace más fácil leer, aquéllos actúan como guías o marcadores que aumentan la velocidad y permiten que la concentración del alumno aumente; los ojos ya no tienen que dedicarse a ubicar las palabras en el renglón, entonces, los ojos tienen más capacidad para captar el contenido o las palabras que están allí, luego vendrá el proceso COGNITIVO del cual no hablaré por el momento.Al respecto, Stanley Frank, vicepresidente ejecutivo de la corporación Enciclopedia Británica, en su libro Cómo recordar todo lo que leemos, (2000) dice:

"Mientras lee, acompañe las palabras con el dedo, línea por línea. Comience de izquierda a derecha en esta línea y luego vuelva su mano hacia el margen izquierdo, así podrá repetir el movimiento en la línea inferior. Mueva su mano a una velocidad adecuada. Sus ojos seguirán el paso del dedo”.

Otro autor importante, Tony Buzán, creador de los MAPAS MENTALES, en su libro El libro de la lectura rápida (1998), señala:

“Lo mejor es emplear un objeto largo y delgado, como un lápiz o un bolígrafo, un palillo de los que se usan para comer comida oriental o un palito de tejer… Para obtener el máximo rendimiento de la guía (el objeto) basta con colocarla debajo de la línea y moverla suavemente mientras leemos. La guía reduce al mínimo la cantidad de trabajo que recae sobre el ojo, mantiene el cerebro concentrado y proporciona aceleraciones constantes que mantienen un alto nivel de comprensión”.

Y ahora, amigo lector, ¿se atreverá a usar su dedo o, mejor aún, un lapicero o un palito chino?, en todo caso deje que los niños sí lo hagan.

Para culminar, quiero dejar claro dos cosas: el uso del dedo o lapicero "puede ser prescindido" cuando el lector haya dominado la automaticidad o reconocimiento inmediato de la palabra y mejor, aún, si practica la lectura por bloques (que lo detallaré muy pronto) y, lo segundo; que el uso del dedo u otro objeto durante la lectura no es la solución definitiva para solucionar el problema de la pobreza lectora en el país, pero sí es una ayuda importante y práctica para el alumno. A esto debemos sumarle otras actividades que lleven al desarrollo de las habilidades lectoras de nuestros muchachos y, usted, tiene que ayudarnos.


Gracias por leer



Manuel Urbina
prolector@hotmail.com

HOY LEEMOS COMO HACE 2000 AÑOS, NO HEMOS EVOLUCIONADOS


Pocas personas comprendieron a la Dra. Andersen –médica estadounidense- cuando en 1917 dijo: “no es aceptable que en pleno siglo XX, cuando ya existen aeroplanos capaces de volar a casi mil metros de altitud y buques a vapor que atraviesan los océanos en pocas semanas, nosotros sigamos leyendo de la misma manera en que lo hacían nuestros antepasados 2000 años atrás”.

Qué deberíamos decir hoy, tiempos de la autopista informática, la fibra óptica, el láser, la Internet, etc. No es raro encontrarnos con personas que confiesan no tener tiempo para leer textos más allá de los estrictamente necesarios en su trabajo o estudios.Pensemos que fuimos alfabetizados mediante un sistema que nos llevó a la “lectura silábica”.


Percibimos los conceptos e ideas de manera parcial, casi letra por letra, obligando a nuestra mente a realizar un gran esfuerzo de ensamblado de partes carentes de significado propio. Por ejemplo, al finalizar este tercer párrafo del artículo, sus ojos ya se han detenido al menos unas trescientas veces. Sus ojos han captado sílaba por sílaba y de esa manera el cerebro ha ido recibiendo datos en cascada, cuyo hilo conductor depende exclusivamente de su propia interpretación.

Cuántas veces le habrá ocurrido que al llegar al final de una página, descubría que necesitaba leerla nuevamente. Los ojos avanzan a pesar de que la mente pueda estar distraída, pensando en otras cosas.En la segunda mitad de la década de los 40’s, la profesora norteamericana Evelyn Wood desarrolla el primer sistema de lectura dinámica en el mundo. Dynamic Readers System produce en los Estados Unidos un poderoso efecto “antes y después”. Presidentes como John Kennedy, Richard Nixon, Gerald Ford, Jimmy Carter, directivos de las compañías más importantes, profesionales, estudiantes, etc., adoptan las ahora famosas técnicas de lectura dinámica que permiten leer hasta diez veces más rápido sin disminuir la comprensión y la concentración.

Los principios fundamentales de la Lectura Veloz, método que hemos introducido en América Latina a partir de 1965, pueden sintetizarse en pocas palabras:

1. LA TEORÍAa. La mente humana es capaz de procesar hasta 25 caracteressimultáneamenteb. La vista posee un campo central de casi 30º aptos para leer, de loscuales tan solo se utiliza un 20%c. Para comprender conceptos complejos no hay necesidad de repetirlosmentalmente. La percepción atraviesa un puente directo que va de lavista al cerebro, sin necesidad de pasar por los canales de la audición.Por lo tanto, no es necesario vocalizar para entender

2. LAS ACTITUDESa. El lector comprenderá más y mejor si es capaz de concentrarse contodos los sentidos durante el proceso de adquisición del conocimientob. Leer con imaginación favorece la concentración y la comprensiónc. El lector veloz trata de no retroceder. La búsqueda del conocimiento seproducirá avanzando, siempre avanzandod. El lector veloz dispone de un espacio y de un tiempo para sus lecturas.Se predispone a leer y se prepara como lo hace un concertista antes desu recital

3. LAS TÉCNICAS. Ampliación del ángulo de campo visual utilizado en la lectura. Lectura a nivel de las entrelíneas, por arriba de las palabrasc. Agilización de la percepción visual mediante motores de aceleraciónd. Aprestamiento del salto de ojos mediante ejercicios de gimnasia oculare. Neutralización de la vocalización y subvocalización durante la lecturaf. Desarrollo de la imaginación. Ejercicios de autocontrol del pensamiento.


Ana Caravedo Roncal
Coordinadora Gral.

martes, 5 de febrero de 2008

QUEREMOS QUE NUESTROS HIJOS SEAN BUENOS LECTORES



Todos los padres deseamos que nuestros hijos desarrollen habilidades y hábitos lectores. Es uno de los sueños que tanto deseamos, pero cada vez se ve -en la mayoría- el alejamiento y la distancia que toman frente a los libros. Las palabras que crean las más maravillosas imágenes están siendo reemplazadas por las imágenes que no permiten usar nuestra imaginación y fantasía. Hoy entre el niño y libro se interpone una pantalla insignificante, pero tan difícil de controlar.

Entonces, los padres no sabemos qué hacer y por ahí nos dicen: "Cuéntale un cuento cada noche y verás cómo tu hijo se convierte en un gran lector". ¿Será esto suficiente, para que el niño o niña pueda desarrollar ese hábito tan deseado y que trasciende en una excelente comprensión lectora?No nos engañemos y que no nos sigan engañando porque ello no es suficiente. Con esto solo estaríamos subiendo un escalón cuando tenemos muchos por escalar, es decir, contarles o leerles cuentos claro que es importante, pero no es suficiente. Seguramente, usted amigo, habrá visto a mucha gente que compra un libro y lo lleva a todas partes, pero que no ha desarrollado la capacidad de sumergirse en la lectura comprendiendo y disfrutando de ella. Es que ser un lector competente tiene un precio que no se paga con solo leer un cuento y buenas noches.

En la última prueba de comprensión lectora, tomada por el Ministerio de Educación, el 84% de niños del nivel primario salieron desaprobados en una prueba que solo exigía competencias mínimas y básicas. Tomemos consciencia del rol que jugamos en la formación lectora de nuestros hijos y no esperemos que las autoridades gubernamentales sean los encargados de darle solución a este problema porque para entonces nuestros hijos se habrán convertido en tatarabuelos.
¿Qué podemos hacer para subir la escalera completa?

1. Destinar un presupuesto mensual -por mínimo que sea- para la adquisición de libros infantiles y de acuerdo a la edad del niño.

2. Los cuentos clásicos como Cenicienta, El gato con botas, Caperucita roja, etc., (tan vistos en la TV) no deben ser los únicos que conformen la biblioteca. Generalmente, estos libros no despiertan interés porque ya los han visto; adquiera otros libros de cuentos que tengan ilustraciones, colores, letras grandes y que le llamen la atención.

3. Visitar -con frecuencia- bibliotecas y que los niños vean la cantidad de libros que existen y cómo los lectores lo adquieren y los leen.

4. Ir a las ferias nacionales e internacionales de libros y participar en las actividades que se presenten.

5. Dar el ejemplo de que leemos y disfrutamos, en el último de los casos al menos finjamos que nos gusta leer. Leer periódicos, revistas, cómics, etc., es una alternativa.

6. Tener paciencia porque no es fácil que el niño tome un libro y lo lea. Si al menos lo observa y lee un poquito será una muestra significativa de que nuestra labor empieza a dar frutos. No le exija ni le imponga una lectura, hágale un comentario sobre el texto y como decimos en nuestro lenguaje coloquial, “píquele el diente” y luego, comenten –amenamente- la lectura.

7. Es vital que el niño tenga su propio espacio de lectura. Se puede mandar a hacer un librero adaptado a su estatura. Si el niño mide 1.10 cm., su librero podría medir 1.40 cm. Es necesario que el niño pueda alcanzar todos los compartimientos en donde se encontrarán sus libros.

8. Los libros se colocan con la tapa frente al niño, no de lomo como los libros de los adultos. Verlos así les permitirá ver el título acompañado de los dibujos que son muy llamativos. Les despertará -en algún momento- la curiosidad y lo tomarán. Se puede colocar algunos juguetes o cosas que le interese mucho al menor.

9. Llevar a los niños -si hay la posibilidad- a los cursos-talleres de lectura en donde se les enseña técnicas y hábitos de lectura. El conocer a otros niños que leen y disfrutan de la lectura es una gran motivación y estímulo.

10. Pedir los consejos de un especialista en lectura tanto para la adquisición de nuevos textos, como para la elaboración de diferentes actividades.

11. Ir al colegio del niño y pedir información sobre las actividades exclusivamente lectoras que se está haciendo o se hará. Si el colegio de su niño no tiene -a la vista de todos- una biblioteca especializada infantil, siquiera con 50 títulos diferentes, tenga presente que allí su hijo no desarrollará el hábito lector.

12. La Iliada, La Odisea, La divina Comedia, Crimen y Castigo, Los Miserables, Romeo y Julieta, El Quijote de la Mancha, etc., son libros maravillosos y transcendentales, pero NO son adecuados para un niño. Es como si a su hijo pequeño, en vez de darle una bicicleta con sus dos llantitas de soporte le diera un camión de dieciséis ruedas.

No he pretendido dar una fórmula para desarrollar lectores competentes, seguramente habrá muchos y mejores recursos, sino entrar en la reflexión y en el análisis propio de nuestra práctica cotidiana que es el desarrollo de la competencia lectora de los niños.


Gracias por leer

Manuel Urbina
Director Académico de
El Mundo Mágico de la Lectura

LOS PADRES Y EL COLEGIO: TRIUNFO DE LA LECTURA


En Olaberria, España, se ha organizado un curso especialmente dirigido a los padres de menores que cursan los primeros grados; el curso trata sobre el niño y la lectura. Este hecho me llama mucho la atención y me genera una envidia cultural, porque desarrollar habilidades y hábitos lectores no es una tarea tan sencilla cuando existe un divorcio entre el hogar y la escuela del niño (no incluyo a las instituciones gubernamentales porque éstas no atan ni desatan en el tema).

Los padres acuden a capacitarse para poder ayudar a sus hijos a iniciarse en la lectura; aprenden de una manera científica los pasos que se deben seguir para fomentar y desarrollar el gusto y hábito por los libros. Entonces, la intuición y las buenas intenciones no son suficientes para conducir al niño por el sendero de la lectura; nos podemos equivocar -claro, somos humanos- pero no cuando se trata del futuro lector de nuestros hijos o alumnos.

En los colegios, al menos de Lima, no hay una actitud por capacitar a los padres en esta materia y que yo sepa nunca se ha dado una charla sobre la importancia de la lectura en el proceso de aprendizaje del alumno. ¿Qué esperamos?, los padres serían nuestros mejores aliados, y, por otro lado, el hecho tan solo de programar una reunión –una por cada aula- podría ser el detonante para que los profesores se preocupen por autoinstruirse ya que en internet existen miles de páginas, actualizadas y de primer nivel, orientadas a la formación lectora.
No lo piense mucho, amigo. Proponga una reunión con los padres y verá cómo encuentra mucha información sobre el tema, y si en algo podría ayudar, cuente conmigo que sería un honor estar de su lado.

Educar no solo es trasmitir información buena, regular, mala o excelente (entonces seríamos trasmisores como la radio), educar es hacer que el alumno, con nuestra ayuda, construya nuevos aprendizajes, pero no memorísticos o de paporreta sino aprendizajes significativos, es decir, esos que quedan, marcan y se convierten en peldaños para nuevos aprendizajes formativos y académicos. Hagamos que nuestros alumnos aprendan a leer para que después, lean para aprender porque la lectura es el corazón del aprendizaje.


Gracias por leer

Manuel Urbina
Director Académico
de El Mundo Mágico de la Lectura