jueves, 17 de julio de 2008

CUENTOS PARA LA FAMILIA: LA ÚLTIMA NOCHE DE BOLITA, EL RATÓN VALIENTE

Sombra era una joven gata que vivía en un amplio taller de una carpintería ubicada en un populoso distrito de Lima. Era totalmente negra excepto sus afilados dientes, por eso la llamaron Sombra.

Muy temprano, había capturado a un pequeño ratón y cuando ya se lo iba a comer, el ratón, con el ánimo de salvar su vida, le dijo:

- Si me comes tan temprano y a esta hora del día, no harás honor a tu nombre porque tú te llamas Sombra y eso significa que te gusta la oscuridad, por lo tanto deberías esperar la noche para que me comas.

La gata se rió de la ocurrencia de su víctima y le contestó:

- Me da igual comerte de día o de noche, a plena luz o bajo la sombra, total en cualquier situación tú seguirás siendo el mismo ratón y disfrutaré al comerte.

El ratón miró a la gata Sombra simulando extrañeza y dijo:

- ¡Qué, no sabes que de noche los ratones somos más deliciosos!, por eso la mayoría de los gatos se dedican a la caza durante la oscuridad, me parece muy raro que una gata tan elegante y culta como tú no lo sepa.

La gata soltó al ratón, pero estaba atenta para darle un zarpazo si este se escapaba y acariciándose sus largos bigotes trataba de recordar el sabor de los ratones que había devorado en las últimas noches. Hacía mucho esfuerzo por recordar el sabor de sus víctimas y no recordaba nada especial, entonces, miró al ratón y le habló de esta manera:

- Es verdad que los gatos disfrutamos de la caza de ratones durante la noche porque podemos ver mucho mejor, sin embargo, no recuerdo qué sabor tienen ustedes cuando se oculta el Sol y todo se vuelve oscuro, así que… ¡No te comeré ahora! Te dejaré ir pero antes tendrás que prometerme que regresarás a la medianoche y te dejarás comer.

El animalito contestó:
- ¿Y que pasará si no regreso a la medianoche?

La gata se enfureció y estuvo a punto de comérselo, pero se controló y respondió:

- Tendrás que venir porque de lo contrario te buscaré por todas partes y es posible que antes de encontrarte, me coma a toda tu familia y creo que eso no es lo que quieres, ¿verdad? Antes de que te marches dime tu nombre y, no mientas porque lo lamentarás!

El ratoncito suspiró profundamente al darse cuenta de que en vez de solucionar su problema había complicado más las cosas, sin embargo, respondió:

- Mi nombre es Bolita, y claro que estaré aquí, a la medianoche.

Bolita se escabulló entre unas malezas de granada y se dirigió a su madriguera. Al llegar encontró a sus padres, a sus doce hermanos, a sus cuatro tíos y a unos 25 primos aproximadamente de los más de 350 que tenía. Los miró con tristeza, pero no les dijo absolutamente nada.

Estuvo todo el tiempo pensando en una solución que evite la muerte de sus familiares y la de él, pero siempre terminaba con que había un solo camino: morir y sacrificarse por el bien de su grupo. Mientras pensaba, las horas pasaban y pronto iba a llegar la medianoche, Bolita cogió un imán muy pequeño (de esos que se colocan en las piezas de ajedrez) y se lo tragó de un solo bocado. Se dirigió a la carpintería al encuentro con la gata.

Cuando entró al taller a través de las rendijas del portón, observó la silueta de la gata reflejada en la pared. La luz de la Luna aumentaba la sombra de la gata como en tres veces y Bolita sintió mucho miedo, sin embargo, continuó avanzando hasta llegar a la mesa de cortes, donde permanecía Sombra.

- Veo que eres valiente y cumples tu palabra –dijo la gata-, pero eso no cambia las cosas, te voy a comer de todas maneras y así podré recordar qué sabor tienen los ratones en las noches.

- ¡Alto, -dijo Bolita- no puedes comerme!

- ¡Cómo que no, -dijo la gata- claro que te voy a comer!

- Si me comes –dijo Bolita- te indigestarás y tendrás fuertes dolores de estómago y tu amo se verá obligado a llevarte al veterinario de la esquina para que te ponga por lo menos cuatro inyecciones en los días siguientes.

- ¡No mientas!, ratón –dijo la gata.

- Mira lo que sucede –respondió Bolita- cuando me arrastro…

Y en ese momento los clavitos que estaban tirados por el suelo se pegaron en la panza de Bolita, atraídos por el pequeño imán que se había tragado.

La gata pensó que el ratón se había echado algún tipo de pegamento en su panza y por ello los clavitos eran atraídos. Entonces, cogió a Bolita y lo revisó y comprobó que no había ningún truco.

- Si me comes, tendrás fuertes dolores como los tengo yo -dijo Bolita- y los tendrás que soportar durante muchos días, salvo que tu amo te lleve al veterinario y ya sabes eso de las inyecciones… ¡Duele más!

- Entonces, me comeré a toda tu familia –dijo la gata muy molesta.

- No puedes hacerlo -le dijo el ratón- porque yo he venido aquí para cumplir con mi palabra tal como te lo prometí. Si quiere mátame con tus garras, destroza mi cuerpo en pedacitos y déjame tirado, pero por favor, no le hagas nada a mi familia.

La gata se conmovió por las palabras y por la valentía de Bolita y acariciándose sus largos bigotes le dijo:

- Haz cumplido tu palabra y tienes mucha razón… Vete y no vuelvas nunca más a este taller, porque te juro que…

El ratón se fue a su madriguera y desde ese día nadie lo ha vuelto a ver.


FIN


Manuel Urbina

LOS ALUMNOS LEEN RÁPIDO Y COMPRENDEN MEJOR PORQUE , ADEMÁS , APRENDEN ESTRATEGIAS METACOGNITIVAS


Nuestros alumnos aprenden técnicas que les permiten leer rápidamente y comprender todo el texto. Además, el aprendizaje de estrategias metacognitivas que se utilizan antes, durante y después de la lectura (subrayado, sumillado, resumenes, organización, etc.) les permite captar las ideas principales y secundarias de los textos de estudio.

"Leer bien ha sido y será siempre garantía de éxito en los estudios y en la vida de cualquier persona"

martes, 15 de julio de 2008

LOS GANADORES DEL PREMIO GRAN LECTOR

Katherine Cueva Bermúdez (8), Andreí Quinteros Castillo (8)
e Yvonne Urbina Ugarte (8)


El sábad0 12 de julio terminaron el curso de LECTURA VELOZ un aproximado de 80 alumnos del nivel MINIKIDS, de los cuales tres de ellos recibieron el PREMIO GRAN LECTOR. Elegirlos fue difícil porque hubo varios que también merecieron el premio, pero al final solo se premiaban a tres. Ellos tienen algo en común son lectores "voraces" y les va muy bien en el colegio; ven muy poca televisión y sus padres están siempre dispuestos a escucharlos.
Katherine, Andreí e Yvonne han aprendido a amar la lectura y han leído un promedio de 50 obras literarias, cada uno, durante el curso y ahora nadie les puede negar ese derecho tan importante en el desarrollo del ser humano.

El Mundo Mágico de la Lectura a través del curso busca que los alumnos lean comprensivamente cualquier tipo de texto (adecuados a su nivel) y ello se consigue cuando el alumno a través de las técnicas de FLUIDEZ o VELOCIDAD LECTORA puede acceder al significado de las frases mediante el método visual o directo y, luego, a través de estrategias metacognitivas conseguimos que nuestros alumnos, además de comprender los textos que leen, desarrollen el hábito por la lectura que es nuestro objetivo final.


¡¡¡FELICITACIONES CHICOS!!!

lunes, 14 de julio de 2008

CUENTOS PARA LA FAMILIA: CUANDO SE TE CRUZA UN GATO NEGRO

Don Diego salió muy temprano de su casa y en el trayecto, casi frente a la panadería de uno de sus yernos, se le cruzó un gato negro muy flaco y de aspecto enfermizo lo cual no es frecuente en estos animales debido a la historia que todos conocen sobre sus siete vidas y de su espíritu independiente para sobrevivir en diferentes circunstancias.

Don Diego había cumplido, justo hace siete días, los 70 años y se le veía algo fuerte y tranquilo, sobre todo, hoy siete de agosto que era un día especial para él. Miró su reloj Seiko, dorado y sin brillo, que lo había acompañado casi toda la vida: eran las siete de la mañana y siete minutos; no se podría saber cuántos segundos habían transcurrido porque lo único que no funcionaba en aquel reloj era el segundero.

Se dirigía al Hospital de La Virgen de Fátima, pues recibiría su informe de salud debido a unos dolores que últimamente había sentido en la base de la garganta. Don Diego sabía que cuando se tiene 70 años, las enfermedades ya no son pasajeras, sino todo lo contrario, te matan o te acompañan varios años.

Miró nuevamente su viejo reloj e inmediatamente volteó para ver al gato negro, pero éste ya no estaba, parecía que nunca había estado. A pesar de que siempre había dicho que no creía en supercherías como pasar por debajo de una escalera, de no recibir nunca un cuchillo de manos de alguien o levantarse con el pie izquierdo, esta vez la imagen del gato flacuchento le ocasionó algo de angustia.

Don Diego quiso regresar a casa y decirle a Doña Rosita, su eterna compañera y madre de sus siete hijos, que aún no estaban los resultados médicos y que lo habían citado para el siguiente lunes. Quiso creer que todos le creían, pero de pronto se sintió peor que al comienzo porque siempre había detestado las mentiras y decidió ir, de todas maneras, a recoger sus resultados.

Suspiró profundamente al llegar al Hospital de La Virgen de Fátima y se dirigió al consultorio del doctor Meneses que se encontraba al final del pasadizo del segundo piso. Suspiró nuevamente, pero esta vez se dio cuenta de su respiración y comprendió que tenía miedo. La imagen del gato negro se cruzó por su mente y volvió a aparecer una y otra vez. Don Diego pronunció en silencio unas palabras e ingresó al consultorio. La enfermera lo reconoció y lo comunicó con el doctor Meneses.

Afuera la gente caminaba ligeramente como queriendo escapar de la llovizna, nadie tenía las ganas de voltear la cabeza y ver cómo la vida transcurría esa mañana. Don Diego había leído el informe médico y su salud se encontraba en perfectas condiciones; no había nada por qué preocuparse. Quería estallar de alegría, pero la mañana parecía congelada en el tiempo, quiso que todos despertaran y compartan su extraña felicidad.

Al llegar a casa, encontró a sus siete hijos, a sus nueras y yernos, a sus nietos mayores, todos juntos y todos con los ojos invadidos por las lágrimas. Inmediatamente comprendió lo que había pasado. No dijo nada, ni quiso oír nada; se dirigió al cuarto de doña Rosita quien había fallecido esa mañana fría de invierno. Don Diego contempló, con resignación, el rostro blanquecino de su esposa y empezó a rezar.


FIN


Manuel Urbina

CUENTOS PARA LA FAMILIA: EL LADRONZUELO DE MAZORCAS

Un campesino se dirigió a su chacrita para ver cómo iban creciendo los choclos que había sembrado hacía seis semanas. Subía y bajaba, bajaba y subía hasta que por fin llegó a su querido maizal. Inmediatamente se dio cuenta de que alguien había arrancando las mazorcas aún inmaduras y pequeñas de las partes más bajas de cada planta. Sintió mucha rabia y maldijo durante largo rato levantando la voz y haciendo gestos con todo el cuerpo como cuando se está peleando con alguien.

Cuando logró tranquilizarse se dirigió hacia el lado del río donde estaba la otra parte de su maizal, pero para su asombro las plantas se encontraban intactas, es decir, no habían corrido la misma suerte que las otras. El campesino pensó que quien había arrancado las mazorcas volvería tarde o temprano para hacer lo mismo con sus plantitas.

El hombre buscó la parte más alta de su terreno y allí hizo un hueco como de medio metro de altura por un metro de diámetro; toda la tierra que sacó la colocó alrededor del hoyo y encima colocó hojas y ramas secas de tal manera que nadie hubiera podido reconocer su escondite a simple vista. El campesino se introdujo en el hoyo y se sentó mirando hacia el lado del río. De rato en rato, se levantaba lentamente como para ver más allá de sus dominios y luego volvía a quedar sentado sin hacer ruido.

Llegó la noche y el hombre empezó a sentir mucho frío, se cubrió con su poncho, se puso el chullo debajo del sombrero y cada vez que sentía algún ruido se levantaba lentamente, pero no había nada. A la medianoche, el hombre se quedó profundamente dormido y despertó cuando las aves empezaron a cantar. Se levantó rápidamente y, con cierto temor, fue a ver las plantitas que estaban al lado del río. Se dio con la sorpresa de que las mazorcas de las partes bajas de cada planta habían sido arrancadas al igual que las otras, solo unas cuantas se habían salvado y empezó a contarlas una por una; en total se habían salvado trece plantas y, entonces, el campesino juró que esa noche no dormiría, pase lo que pase, y capturaría al ladrón de mazorcas que seguramente volvería para terminar su “labor”.

Rápidamente se dirigió a su casa y por la tarde regresó a su chacra. Llevaba en su alforja una cuerda delgada como de veinte metros de longitud, un paquete de hojas de coca y una botella de cañazo. Cuando llegó a su chacrita, era muy tarde y pronto se hizo de noche. El hombre volvió a su refugió y, como la primera vez, cada cierto tiempo se levantaba lentamente para ver lo que ocurría a los alrededores. Fueron pasando las horas y el campesino tuvo frío, entonces se cubrió con su poncho y tomó un trago de cañazo, luego tuvo sueño, entonces sacó de su alforja un puñado de hojas de coca y empezó a masticarlas una a una. Ya no tenía sueño, ni tenía frío, ni tenía hambre: estaba bien despierto y sus sentidos se empezaron a agudizar.

Esa noche, al igual que la anterior, había luna llena y desde su escondite podía divisar con toda claridad todo su maizal, especialmente la zona que daba hacia el río. Por momentos el aire le traía el olor refrescante de los eucaliptos y por otros, el olor de la arcilla mezclada con el barro. De pronto sintió el olor suave y dulce del maíz cuando madura y, en ese momento, escuchó el chasquido característico que se produce cuando se arrancan las mazorcas de la planta. El campesino levantó la cabeza lentamente y pensó que el momento de hacer justicia había llegado

El campesino pudo ver con mucha claridad al ladrón de mazorcas: era un niño desnudo como de ocho años que iba arrancando las mazorcas que estaban a su altura, pero extrañamente cada vez que se comía una mazorca su cuerpo reflejaba un brillo que solo se podía comparar con el de las estrellas. El hombre después de reaccionar, con mucho cuidado hizo un nudo corredizo en la cuerda y lo fue soltando poco a poco y con una agilidad felina saltó y corrió hacia el ladronzuelo quien al darse cuenta intentó escapar, pero ya la cuerda que había sido lanzada con mucha destreza lo inmovilizó.

El niño plateado, asustado, habló:

- Suéltame, por favor. No te preocupes por las mazorcas que he arrancando pues estas pronto volverán a crecer y serán más grandes. Tenia que comérmelas porque en sus granos hay un juguito blanquecino que es lo único que me puede dar fuerzas para volver al cielo y reunirme con mis hermanas las estrellas. Suéltame, por favor, campesino y te diré el secreto que te permitirá vivir muchos años.

El campesino que se había mostrado duro, de pronto sintió pena por la criatura y pensó que no era para tanto tenerlo atrapado y castigarlo por unas cuantas mazorcas que había arrancado y, sobretodo, habían sido arrancadas para comérselas y no para botarlas como lo hacen algunas personas. Lo soltó, con mucho cuidado, y le dijo:

-Es verdad que tenía mucha cólera y pensaba castigar al ladrón de mis mazorcas, pero como ahora sé que las necesitabas para volver al cielo, te perdono y perdóname tú por haberte asustado. Puedes arrancar todas las mazorcas que necesites para poder recuperar tus fuerzas y regresar con tus hermanas las estrellas.

El niño, sin perder tiempo, se apresuró a comer las mazorcas que necesitaba y su cuerpo nuevamente empezó a brillar, cada vez con más intensidad, luego se acercó al campesino y le dijo el secreto para que tenga muchos años de vida. Inmediatamente se elevó poco a poco y luego salió disparado como si hubiera sido arrojando por una honda de lana.

El campesino cogió nuevamente sus hojas de coca y continuó masticándolas, mirando el cielo y pensando en lo que había visto. Ya por la mañana, antes de volver a su casa, se dirigió a su escondite para cubrir ese hoyo que había hecho hacía tres noches. Se sorprendió cuando vio que las piedras eran blancas y brillaban como la Luna. Escarbó un poco y siguió encontrando más piedras plateadas: todo su maizal estaba lleno de ellas. Entonces una parte de su maizal lo convirtió en una mina de plata y se convirtió en un hombre poderoso, sabio y no parecía tener los años que decía, sin embargo, lo que más llamaba la atención a la gente del pueblo era cómo un hombre con tanta fortuna podía seguir sembrando granos de maíz.

FIN

Manuel Urbina

¿QUÉ DEBEN LEER LOS ADOLESCENTES?

Uno de los problemas más frecuentes en mi práctica profesional es encontrar las obras literarias adecuadas para mis alumnos de secundaria. Por ningún motivo, los profesores debemos asignar uno u otro libro si antes no lo hemos leído, además, de asumir la lectura como si fuéramos adolescentes y sentir el disfrute de la obra como ellos lo sentirían. No podemos recomendar un libro que no conocemos porque ello es, en la mayoría de las veces, una de las causas por las que el alumno se siente frustrado al no comprender ni disfrutar de la lectura y termina con el rechazo a las obras literarias.

No sé quién es o quién fue el "genio" que señala que los adolescentes deben leer obras como El ingenioso don Quijote de La Mancha, La Ilíada, La Eneída, La divina comedia, Crimen y castigo, Los Miserables, etc., etc. No es que estas obras sean malas; no, por el contrario son las obras más hermosas de la literatura universal, lo que ocurre es que son obras mayores y requieren de una literatura previa. Cómo se les puede asignar estar obras a los adolescentes, cuando ellos recién están saliendo del estadio de la literatura infantil y les espera la literatura juvenil.

Es un abuso lo que se hace con los estudiantes, pues se les quema sus etapas previas y ello da como resultado un país con deficiencia lectora. Si aquel "genio" o sus seguidores tuviesen razón, no figuraríamos como el último país lector en América y en el mundo. Al final, el alumno baja de internet un resumen, se lo aprende de memoria y como ni el mismo profesor a leído el libro en su totalidad termina siendo cómplice de aquel estudiante que termina odiando leer.

Por un minuto póngase en el lugar de un adolescente de 14 años y dígame si le interesaría leer un libro escrito hace más de 400 años y en un castellano en donde se nombran cosas y palabras que hoy no existen o no se usan y, además, aparecen palabras como "facer", "dixe", "per", "vuesa merced", etc. Y si a esto le sumamos la tarea de señalar el tema principal y los temas secundarios, la descripción de cada uno de los personajes, el género literario, la especie, la estructura del texto y otras por el estilo. ¿Tendría la motivación suficiente para leer?

Ahora veamos todo lo contrario, le interesaría leer un texto en donde el personaje es un muchacho enamorado de una linda chica a quien solo la ve desde lejos y que cada domingo juega en una liga de fútbol y que nunca conoció a su padre, pero presiente que aquel extraño sujeto que un día se acercó y le enseñó a patear el chanfle le resulta familiar. Y si a este libro le agregamos un lenguaje juvenil, fácil de entender, temas vinculados con su propia experiencia, 110 páginas, buena cubierta y muy atractivo... ¿Se animaría a leerlo?

Por favor, amigos, los profesores tenemos la obligación moral de hacer que los alumnos amen la literatura -y por defecto la lectura- y ello solo será posible en la medida de que se respeten las etapas de la literatura. No los podemos embarcar con las obras mayores porque sencillamente no es el tiempo todavía para leerlos. Queremos -de todo corazón- que lleguen a leer las obras de Dante, Homero, Víctor Hugo, Cervantes, Shakespeare, Vallejo, Arguedas, y que las amen, pero no imponerles cuando aún no están preparados. Es como si en vez de darles una bicicleta, le diéramos un camión de 16 llantas: al final van a salir contusos o finados.

Algunas obras para adolescentes:

Todos los futbolistas van al cielo, Pedro Badrán (Ed. Norma)

Templado, Jorge Eslava (Ed. Santillana)

Me dicen Sara Tomate, Jean Ure (Ed. Norma)

James y el melocotón gigante, Roald Dahl (Ed. Alfaguara)

Los Cretinos, Roald Dahl (Ed. Alfaguara)

Amigos robots, Isaac Asimov (Ed. Vicens Vives)

Florentino Supercochino, Jorge Eslava ( Ed. Alfaguara)

Sangre de campeón SIN CADENAS, Carlos Cuauhtémoc Sánchez (Ed. Diamante)

Harry Potter, J.K. Rowling (Ed.Emecé)


Atención, colegas y padres de familia, solo estamos sugiriendo algunos títulos, pero no se olvide que antes debemos leerlo o en el últimos de los casos lo que podríamos hacer sería consultar a personas que hayan leído el libro.


Gracias por leer

Manuel Urbina